Rendimiento y los hidratos de carbono

Los hidratos de carbono proporcionan energía.

Rendimiento e hidratos de carbono

Antiguamente se decía que un atleta debería consumir un 55 % de su alimentación en hidratos de carbono, pero en la actualidad esta cifra se considera insuficiente inclusive para un persona normal, pudiéndose llegar perfectamente al 60 % e incluso al 70 % en los días anteriores de la prueba deportiva.

El problema aparece cuando la persona no hace distinción entre el tipo de hidratos de carbono y le da igual su procedencia y que estén refinados o en estado natural.

Un consumo exagerado de harinas refinadas, azúcar blanco o pastas sin germen dará con seguridad problemas de intolerancia digestiva, cólicos, estreñimiento, de vitamina B1, y además su absorción será más lenta que con los productos naturales.

El hígado metaboliza muy mal los productos refinados, ya que carecen precisamente de aquellos componentes que facilitan su metabolización, como es el calcio en el azúcar refinado o la vitamina B, del arroz blanco.

A esta lentitud en su aprovechamiento habría que añadir la eliminación por la orina de más del 50 % de la glucosa absorbida, lo que explica el poco entusiasmo que tienen los entrenadores en administrar cantidades altas de carbohidratos, y el aumento de peso consecuente de no poderse quemar correctamente los alimentos.

Por todo ello, alimentación básica del deportista debiera ser mediante los hidratos de carbono sin refinar, ya sean complejos (como el arroz integral) o simples (como la miel),  sin ellos las marcas deportivas serán muy pobres, salvo en las pruebas de poca duración, como pueden ser la halterofilia o el sprint, en las cuales el suministro energético se hace a base de glucógeno y éste puede irse acumulando poco a poco.

En estas pruebas en las cuales el oxígeno no tiene un papel importante, quizá sea más un exceso de proteínas, vitaminas del grupo B y ciertas sales minerales, como el calcio, potasio y magnesio.

Otra razón para no disminuir la cantidad de hidratos de carbono es que éstos ahorran proteínas e incluso permiten mejor la utilización de éstas por el organismo y, además, las grasas necesitan ser activadas mediante una cantidad considerable de carbohidratos.

Algo así como si para prender un fuego necesitásemos primero otro fuego, que pudiera ser una cerilla.

Las grasas necesitan previamente una combustión y mediante esta conclusión quedaría explicado por qué los regímenes de adelgazamiento a base de filete a la plancha no sirven, lo mismo que no sirve el suprimir las grasas, ya que estas personas mal aconsejadas tampoco consumen hidratos de carbono, a los que considera culpables de su obesidad.

Un déficit de hidratos de carbono trae así mismo problemas de coordinación, ya que su presencia es indispensable para las núcleo-proteínas y la maduración de ciertas células cerebrales.