La flora intestinal

La flora intestinal es sensible a las intervenciones de las sustancias no naturales.

La flora intestinal

Una vez completada la transformación inicial de los alimentos en el estómago mediante la acción conjugada de los fermentos o enzimas elaborados por el organismo y aportados por los elementos ingeridos, interviene la flora intestinal bacteriana para completar la transformación y permitir la absorción de los nutrientes por parte de las vellosidades intestinales.

Cuando esta flora de colibacilos (entre otras bacterias) se encuentra alterada, la digestión no llega a buen fin, lo que provoca la degeneración de las células y las enfermedades consiguientes.

Así, se ha podido comprobar que la aparición del cáncer está relacionada con la degeneración de la flora intestinal.

Al impedir las putrefacciones intestinales, los colibacilos degradan una parte de la celulosa de los alimentos, permitiendo la asimilación de los mismos.

La mayor parte de los productos químicos destruyen sus bacterias protectoras dando origen eventualmente a una desnutrición.

Por el contrario, los aceites aromáticos de determinadas plantas, en especial las esencias sulfuradas del ajo, contribuyen a su regulación o, lo que es lo mismo, a su mantenimiento en orden, oponiéndose a una proliferación anárquica que podría llegar a ser peligrosa.

Como el oxígeno que aportan los vegetales resulta indispensable para la conservación de este preciosa flora, es fácil comprender la importancia que tiene la ingestión frecuente y abundante de verduras de hoja verde, preferentemente crudas.