Fermentos o enzimas

La ingestión de alimentos crudos de frutas y verduras es el secreto de una buena nutrición.

Fermentos o enzimas

Los fermentos, son la clave maravillosa en el mundo de la alimentación.

Hace mucho que está demostrado que los fermentos son los duendecillos encargados de la transformación de las sustancias en todas las células vegetales y animales.

Tanto los procesos de construcción como de destrucción de las células en el metabolismo son encauzados por los fermentos.

La bioquímica moderna ha podido descubrir su estrecha relación con los factores hereditarios.

Con ayuda de los fermentos que el cuerpo sano produce en cantidades suficientes, puede el organismo desdoblar las sustancias alimenticias ingeridas y posteriormente asimilarlas.

Pero del mismo modo que toda cerradura tiene una llave, los diversos y numerosos alimentos precisan cada uno su llave especial.

Los fermentos sólo cumplen su cometido de llave, cuando tienen el dibujo conveniente, y éste lo constituyen las vitaminas.

Probablemente desempeñan en ello su papel los oligoelementos, solamente el fermento unido a una vitamina compañera constituye la varita mágica para el aprovechamiento de determinados alimentos.

Así conocemos fermentos que desdoblan el almidón (amilasas), que degradan las moléculas proteínicas (proteasas), otros que escinden las grasas o semejantes a las grasas y finalmente fermentos que fijan el oxígeno de los alimentos (oxidasas).

Resulta bien claro que el metabolismo ha de quedar incompleto si se agregan vitaminas a los alimentos, cuya tarea es formar los fermentos para su correspondiente misión.

Una insuficiencia de fermentos en el organismo puede ser superada por la riqueza de la alimentación en fermentos propios, ya que el alimento crudo y natural está provisto por la naturaleza de fermentos propios.

Los fermentos en los alimentos vegetales consumidos en crudo compensan los ácidos clorhídricos del estómago e influyen de modo decisivo en la digestión.

Los fermentos son fácilmente alterables.

Insistir en que mediante la cocción, el asado, el hervido, la fritura, los procedimientos de conservación y todos los aditamentos químicos de éstos destruyen los fermentos propios de los alimentos que actúan en el metabolismo.

El predominio de alimentos cárneos y cocidos ha de conducir a un metabolismo incompleto, y finalmente a desarreglos en éste y en la formación de fermentos.

Nadie puede figurarse la potencia de estas sustancias activas, hasta saber que los cambios químicos que sufre, por ejemplo, una patata por la actividad de los fermentos sólo serían factibles sin éstos en un período de cuatro meses o a una temperatura de 400 C.

Los fermentos desempeñan el papel de duendecillos bioquímicos porque realizan sin esfuerzo la transformación de los alimentos, proceso que nosotros químicamente, sólo podemos efectuar empleando presión elevada, temperatura alta o mucho tiempo.

Nuestro cuerpo necesita todos los componentes naturales precisos para la renovación continua de fermentos de toda clase.

Con que sólo falte un fermento con su misión totalmente específica se interrumpe una complicada cadena metabólica y queda incompleta.

Sólo de una alimentación completa, basada en lo natural, que proceda de un suelo sano.

Quien de esto deduce que nuestra salud depende del cultivo de huerta se encuentra en buen camino.

Es un hecho desconsolador que la mayoría de los hombres desconozcan el potencial alimenticio y curativo de una huerta.

Sufren así una insuficiencia de fermentos por la civilización fácil de reconocer por sus numerosos síntomas, como pesadez de estómago, sensación de saciedad, ardor de estómago, mal olor de boca, piel reseca y descolorida y sus numerosas formas de exteriorización, como trastornos digestivos y enfermedades de estómago, intestino, hígado, vesícula biliar y glándulas salivares.

Los zumos y entremeses crudos, la fruta y las verduras son los medios acertados de previsión, curación y recuperación.

Para hacerse una idea de la potencia de estos auxiliares de la nutrición, baste saber que la industria química ha de recurrir a presiones de más de 50 atmósferas y a temperaturas superiores a 200° grados para conseguir la desoxigenación de una molécula, mientras que nuestro organismo realiza esta misma operación miles de veces por segundo.

De no intervenir los fermentos en la digestión, para convertir una simple patata en materia asimilable el cuerpo humano tendría que producir una temperatura de 300º a 400° grados o invertir varios meses en la operación.

La digestión es imposible sin fermentos, porque tiene lugar a base de fermentaciones sucesivas.

Entre los fermentos se incluyen;

  • Las diastasas : Ayudan a la disolución de los alimentos.
  • Los catalizadores : actúan sin destruirse y cuya única presencia es suficiente para asegurar la modificación de determinados cuerpos insolubles.
  • Las enzimas y fermentos-levadura que completan la transformación de las materias alimenticias, enviándolas y fijándolas después en los lugares apropiados.

Una parte de los fermentos es segregada por el organismo y otra parte aportada por los alimentos.

Cada uno de éstos atrae los fermentos necesarios para su adaptación a las necesidades de aquél.

Las oxidasas, por ejemplo, tienen la propiedad de fijar el oxigeno libre en los cuerpos y su importancia es tal que, sin la ingestión de sustancias vivas ricas en diastasas, el cuerpo humano es incapaz de beneficiarse de la permanencia o de las inspiraciones profundas al aire libre.

Estos preciosos elementos, tan abundantes en el reino vegetal, son sin embargo bastante frágiles y sólo se tornan activos a temperaturas que rondan los 37º grados del cuerpo humano.

Las temperaturas insuficientes los vuelven inertes, y las demasiado elevadas (entre los 50º y los 110° según el tipo) los destruyen irremisiblemente.

De ahí los peligros de la ollas a presión que someten los alimentos a temperaturas mu altas.

Para beneficiarse de los fermentos o, lo que es lo mismo, para que el organismo sea capaz de utilizar al máximo de sus posibilidades los alimentos que le son destinados, es de gran importancia componer los menús a base de materias vegetales abundantes, variadas y tan poco procesadas como sea posible.