Ácidos y bases

El exceso de acidez de la sangre reduce las defensas del organismo.

Ácidos y bases

Para asegurar el normal funcionamiento del cuerpo, los humores (sangre, linfa, etc) han de estar capacitados para realizar un buen equilibrio entre ácidos y bases.

El exceso de acidez de la sangre (trastorno del pH sanguíneo) reduce las defensas del organismo y favorece el desarrollo de las infecciones.

La sangre pues debe ser más rica en alcalinos que en ácidos.

La mayor parte de las enfermedades provienen de que determinados usos en materia de alimentación permiten la introducción en el organismo de muchos alimentos acidificantes y rechazan en gran parte la de alimentos alcalinizantes (básicos).

Tomemos por ejemplo un menú compuesto de carne, pasta o legumbres, queso, nueces y pan blanco, es decir repleto de ácidos y exento de álcalis, y nos será fácil comprender el gran desequilibrio presente en la nutrición moderna.

El error es aún más censurable si sabe que una alimentación adecuada es aquella en la que predominan los elementos básicos sobre los ácidos.

Debemos dar preferencia a los primeros, por la sencilla razón de que para liberarse de las materias de desecho, el organismo las transforma en ácidos, cuyo exceso conduce a su embotamiento y su degeneración.

Los vegetales alcalinizantes (ricos en bases) son todas las frutas (incluso las de sabor ácido) y frutos secos, a excepción de las nueces y los cacahuetes, todas las verduras, sin incluir las leguminosas (guisantes, judías, etc), las patatas, los cereales integrales (harina integral, pan integral, arroz integral).

Los vegetales acidificantes son las leguminosas, las nueces y los cacahuetes, cereales refinados (pan blanco, harina blanca, arroz descascarillado, etc.), el café, el té, el cacao y los aceites.

Otros alimentos acidificantes son las carnes, grasas (manteca, margarina, etc), quesos, clara de huevo y azúcar.