Dietas curativas para enfermedades del corazón

Las enfermedades del corazón generalmente han venido tratándose con medicamentos, no habiéndose dado merecida importancia al régimen alimenticio en el tratamiento de las mismas, y , sin embargo, el régimen alimenticio es de capital importancia.

El régimen actúa disminuyendo las resistencias que se oponen a la circulación de la sangre y fortaleciendo al corazón debilitado.

Hay que considerar que muchas enfermedades del corazón no aparecerían si la alimentación hubiera sido adecuada, aunque en apariencia se deban a otras causas.

En cuanto a la curación de estas enfermedades por la Medicina Natural se impone desde luego la necesidad de un régimen, que será diverso según el enfermo, su edad, temperamento, constitución, género de vida, gravedad de su estado, según que su enfermedad sea aguda o crónica, y según estén o no complicados otros órganos, como las arterias, hígado, estómago, riñones, etc, o si hay otras enfermedades como diabetes, reumatismo, trastornos de la nutrición, artritismo, etc.

El régimen hace maravillas, asociado al empleo de los agentes naturales y ayudándose además del más concienzudo uso de algunas plantas medicinales de eficacia reconocida y completamente inofensivas.

En las enfermedades agudas del corazón y cuanto más grave sea el estado del enfermo, mayor necesidad habrá del régimen, que en estos casos es absolutamente necesario.

En las enfermedades crónicas es de gran eficacia y si a la vez hay presión alta de la sangre o mala depuración de la orina, el régimen deberá estar combinado para que al mismo tiempo favorezca al corazón, las arterias y los riñones.

Con la Medicina Natural se consigue que un corazón con lesiones conserve su poder de impulsar debidamente la sangre, permitiendo a la persona dedicarse a sus actividades y ocupaciones.

Para adquirir y conservar esto hay que someterse:

  1. Régimen alimenticio.
  2. Empleo de los agentes naturales y gimnasia metódica.
  3. Plantas medicinales.

Cuando la compensación no pueda conseguirse de un modo perfecto, bien por la índole de la enfermedad o por el estado del enfermo, siempre el régimen ayudará a mejorar el estado general y evitará que la enfermedad avance.

Todo régimen que haya de ser eficaz en las enfermedades del corazón, deberá cumplir las siguientes condiciones fundamentales:

  1. Reducción de la cantidad de alimentos y con poco líquido, para evitar la sobrecarga de la circulación.
  2. Ha de ser equilibrado, proporcionando la suficiente nutrición y la energía necesaria para las actividades que la importancia de la enfermedad permita al enfermo.
  3. Han de ser alimentos que no aumenten la resistencia a la circulación ni fatiguen el estómago, corazón o riñones, de perfecta digestión y que no conduzcan a diarreas, vómitos, estreñimiento, digestiones lentas que por la fuerza de la enfermedad ya aparecen en muchos de estos enfermos y que el régimen desacertado puede todavía aumentar.
  4. Alimentación libre de substancias perjudiciales irritantes o excitantes y además debe ser depuradora.
  5. Régimen dotado en abundancia de aquellas substancias alimenticias que fortalecen al corazón mismo, como son los hidratos de carbono, azúcares, sales minerales y vitaminas.

La alimentación mixta corriente que antes se daba a estos enfermos es altamente perjudicial, ya que no sólo no es curativa, sino altamente intoxicante, especialmente si es a base de carne.

La alimentación cuya base principal es la leche en los cardíacos graves, no resuelve tampoco el problema por ser pobre en vitaminas C y B y en hierro y por sobrecargar de líquido el aparato circulatorio.

Queda, pues, demostrado sin dejar lugar a dudas que la alimentación ideal para el cardíaco es la alimentación natural, ya que cumple con todos los requisitos que antes hemos dado como necesarios, escogiendo para cada caso el régimen que más convenga, siempre dentro de la alimentación natural.

Téngase en cuenta que sin régimen acertado fallan muchas veces los tratamientos mejor indicados para los enfermos del corazón.

Además, la alimentación del cardíaco debe ser muy pobre en sal de mesa y muy rica en jugos de frutos y de vegetales, especialmente el de naranja, limón y frutos ácidos.

Conviene también la cura de ajo si hay bronquitis, si hay presión alta o alguna infección que haya causado la enfermedad del corazón.

La cura de peras durante una temporada, cuando haya presión alta o arteriosclerosis.

La cura de limón integral, para el hígado enfermo de los enfermos del corazón, y la cura de cebollas o las sopas de cebolla con leche para el riñón.

Cuando hay diabetes, cura de jugo de alcachofas, alcachofas prensadas o bien mascar el corazón de la alcachofa cruda tierna, tragar el jugo y escupir la fibra, y la cura de habas y guisantes crudos tiernos.

En los cardíacos con anemia, el jugo de espinacas crudas, de acelgas, de ciruelas, melocotones y albaricoques, vegetales ricos en hierro.