Las legumbres secas son platos exquisitos que traen aromas del campo, calientan con esmero y se pueden convertir en platos deliciosos y baratos muy reconfortantes para el invierno.
Con el nombre de legumbres secas se conoce generalmente a la familia que forman los guisantes judías, garbanzos, habas y lentejas secas.
Las hay de muchas clases diferentes, con tamaño y color diversos, desde los diminutos frijoles americanos hasta las grandes fabas con que se hace la ya universal fabada asturiana.
Algunos de los platos más famosos del mundo están hechos a base de legumbres, no tanto en la alta cocina, como en la espléndida y sabrosa comida familiar.
Además, las legumbres son muy ricas en proteínas, de un cuarto a un tercio de su peso (según la clase) son puras proteínas.
Durante siglos han sido alimento básico en muchas partes del mundo, dando lugar, a exquisitas especialidades.
Esta clase de cocina requiere tiempo y cuidados, pero da muchas satisfacciones, y supone un desafío para quienes tienen la sartén por el mango, ya que hacen falta imaginación y buenas manos para convertir las vulgares legumbres cotidianas en la comida deliciosa que pueden ser.
Las legumbres se pueden emplear en sopas, cremas y purés incluyendo también alguna ensalada o guarnición o para la confección de los sabrosos y populares potajes.
En invierno, cuando más escasean los productos frescos, las legumbres secas son las reinas de la cocina.
Paradójicamente, las legumbres, alimentos sencillos y baratos, son también difíciles de preparar.
No es que requieran técnicas complicadas, en realidad, la preparación básica es muy fácil, y no hace falta mucha habilidad para cocerlas y servirlas.
En cambio se necesita gracia en los condimentos y destreza en la presentación.
El puré de judías con tomate constituye un primer plato sabroso para cualquier comida familiar.