Frutas

Las frutas ofrecen muchas posibilidades gastronómicas, pero su consumo al natural es el más recomendable desde el punto de vista dietético por su riqueza en fibra, minerales, antioxidantes y vitaminas.

Aún así, las encontramos formando parte de algún postre elaborado, en zumos, mermeladas, confituras, compostas o jaleas.

La fruta cumple un papel fundamental en la dieta del ser humano.

Su alto contenido en ácidos orgánicos alcaliniza nuestro medio interno, puesto que esos ácidos se combinan con las bases para formar sales que se descompondrán generando beneficiosas sustancias alcalinas equilibradoras del pH sanguíneo.

Las virtudes medicinales de la fruta son muy numerosas.

Basta simplemente realizar una cura de frutas para recuperar el equilibrio perdido, la armonía digestiva y la regularidad intestinal.

Entre las curas de frutas, las mas populares entre nosotros son la de fresas y la de uvas, a caso porque la época idónea para realizar una limpieza del organismo es antes o después del verano, que es además cuando maduran naturalmente esas frutas.

Quien siga una dieta convencional, es decir, con alimentos que contengan aditivos químicos (enlatados, embutidos, quesos, postres ), debería tomar bastante fruta para contrarrestar el efecto de estos alimentos.

Es decir, como mínimo un zumo casero por la mañana y una pieza de fruta en cada comida.

Junto con las ensaladas, la fruta es el elemento cuyas propiedades salutíferas ayudan a mantener la salud más que cualquier otro.

El debate sobre la idoneidad de tomar la fruta antes o después de las comidas tiene mas de un siglo, pues apasionaba ya incluso a los primeros vegetarianos.

Hay grandes defensores de ambas opiniones, y tal vez la verdad se localiza en un punto medio.

Tomar la fruta al principio de las comidas no sienta mal a casi nadie, mientras que hacerlo al final, o tras comidas copiosas, le puede ir bien a algunos y a otros no tan bien, de manera que lo ideal es obedecer a la experiencia individual de cada uno.

Nunca se elogiara bastante el valor de la fruta del tiempo.

La fruta fresca es refrescante y energética y proporciona sustancias nutritivas que se pueden asimilar con el mínimo esfuerzo.

Algunas personas se privan de ella por su incapacidad para digerirla adecuadamente.

Lo mas frecuente es que refieran dolor de estomago o aparición de flatulencias cuando la toman.

En estos casos hay que ser cuidadoso, escoger fruta bien madura y masticarla despacio.

Si fuera necesario, se puede cocer a fuego lento, aunque eso implique la perdida de algunas vitaminas.

Fruta fresca y seca

Siempre que sea posible hay que consumir la fruta al natural, es decir, sin someterla a ninguna manipulación industrial.

Como que una parte muy importante de los minerales y las vitaminas que la fruta contiene se encuentra en la piel o en sus proximidades, se debe comer la piel de la mayor parte de frutas salvo naranjas, limones, plátanos, granadas, melones, sandías, etcétera, por cuyo motivo conviene lavarlas perfectamente.

La piel de las frutas, además de contener numerosos microbios, cuando se ha ensuciado, suele llevar adherido alguno de los productos químicos venenosos que se emplean para combatir sus parásitos, los cuales podrían dar lugar a alguna intoxicación.

Las frutas de piel dura como las manzanas, peras, etc, pueden lavarse con agua jabonosa, siempre que se haga con rapidez para que el jabón no pueda penetrar a través de la piel, y seguidamente se lavan muy bien con agua pura y se secan con un paño algo áspero.

Las frutas de piel blanda como los melocotones, albaricoques, ciruelas, etc, basta lavarlas bien con agua sola, secándolas después con un paño.

Las frutas pequeñas como las uvas, cerezas, fresas, moras, etc, se lavan removiéndolas dentro de un tamiz o escurridera colocada bajo el chorro del agua.

Las uvas, si están muy sucias, se separan previamente los rabillos o los granos del racimo para poder lavarlos mejor.

Solamente se quitan de las frutas los huesos, pepitas o colas, y las partes muy duras que en ciertos frutos rodean a las semillas (manzana, por ejemplo, etc.).

Cuando no hay fruta fresca, se utiliza la fruta seca como las ciruelas, albaricoques, pasas, higos, etc, para que recobre su antigua apariencia se pone a remojo en agua fría durante unas doce horas. Así se hincha de nuevo hasta casi su tamaño primitivo.

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